Sonidos

Sueno a lo que emanaría de entre los rollos de piel grasosa y repugnante del pervertido que se masturba viendo infomerciales en el 7A, junto a la ventana de la cornisa rota.

Sueno a mi sangre, desesperanzada y desagradable, siendo derramada gota por gota, como un vals tedioso y forzado, danzando sobre el concreto húmedo y sucio, ocultándose tras los humores que exhala delicadamente la alcantarilla bajo mi mano.

La melodía se mimetiza con la respiración extasiada del individuo al lado mío con su bota sobre mis dedos y su bat astillado, que se mueven al ritmo de la música. Puedo sentir el aire que resulta de la oscilación sobre mi nuca, moviendo gentilmente mis cabellos.

Puedo ver su mano extendida, pidiéndome acompañarlo esta pieza, puedo ver su sonrisa al ver mi respuesta positiva, puedo sentir su brazo tomar fuerza sobre mi cintura y sus piernas tomar el control del baile.

Puedo sentir el universo fluyendo furiosamente por mis venas, confundir las notas con sus sonidos de infinita e inútil sabiduría, puedo fundirme con el sol.

Puedo sentir el bat destrozar mi cráneo.
Quisiera sonar a la nada que le prosigue, pero me veo condenado a repetir este fragmento de sinfonía, una vez tras otra.
Por lo que sea que dure la eternidad.

Sonidos

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