Odio Los Lunes (IV)

Odio a un hombre y lo voy a matar.
Esto es un recordatorio.

El texto anterior fue escrito la noche de un 27 de Agosto.
El autor había dejado un post it amarillo pegado a la puerta de su nevera con él.
Cuando encontraron lo que quedaba de él, uno de los oficiales hizo un comentario como:

“Y si el hombre al que odiaba era a él mismo”

Dos de los cerdos que le acompañaban asintieron con la cabeza.
Uno de ellos sintió pena por él.
El otro le condenó por ser un suicida. También hurtó un par de sus zapatos y dos billetes de su cartera.

La verdad era que sí, el autor efectivamente odiaba a un hombre. Y su recordatorio se mantuvo sobre la puerta de la nevera durante un par de semanas, hasta el 10 de Septiembre.

El autor, por lo visto por sus pertenencias, era un hombre culto. Su biblioteca parecía pequeña, pero tenía los suficientes libros para mantenerla apretada. Su selección de música era excelente y el diario que llevó sus últimas dos semanas, aparte de tener una ortografía excelente, estaba redactado a modo de odiarlo cuando él quería ser odiado y amado cuando él lo requería.
Era un buen hombre, lo que me hace pensar, por el chiquero en el que vivía, que era un buen hombre con una mala suerte.

Ahora sólo era un Pollock improvisado sobre su pared.
No quedaba nada de su rostro, más que un vestigio de lo que parece haber sido una barbilla. Un poco de cuero cabelludo se escondía detrás de una pequeña mesita.

El hombre al que odiaba lo encontró primero a él.

Ahí se fueron años de rabia. Dos semanas de meticuloso planeamiento.

Debería mencionar que el hombre al que odiaba era su padre.

Vaya pelele.

Odio Los Lunes (IV)

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