Domingo (No)

Pienso más en las cosas que hice que en las que quisiera hacer. Durante los días pasados, traté de contemplar todo como una continuidad, pero nunca, ni aunque de mi salud se tratara, pude tener control de eso.
Tenía suerte. Eso tenía.

Llueve afuera. Eso me hace no tener que preocuparme por la hora.
¿Y por qué debería de preocuparme por eso?
¿Por qué debería de preocuparme por algo?
¿Por qué sigo teniendo un poco de compasión por todo esto?

Porque sí, es compasión y esto no son palabras nacidas de mi egolatría.

Toda la puta vida decidí vivirla por las orillas.
Y la verdad era una mezcla de algo, que no era miedo, pero puedo dejar de pensar en palabras rimbombantes y decir que era miedo. Miedo y pereza.
Amigos, relaciones, proyectos, escuela.
Debería dejar de lado mis dilemas y aclarar si era “miedo” a no poder hacerlo o pereza a tener que sacrificar estar solo a mi antojo por ello.
Pero esa era una verdad, no estaba dispuesto a funcionar dependiendo de los gustos y horarios de otros.

Creo que es el cuarto día de mi estadía en este lugar. Repito que es un lugar horrendo, aunque la verdad es que está bien. Los baños son repugnantes y comunales, pero fuera de eso está bien.
La cuestión es haber perdido el control sobre mis tiempos de estar sólo y ahora estar confinado detrás de las cortinas rojas.
No hay medios para atravesarlas.
No puedo decir que día es hoy ni qué hora y si lo buscara, todo perdería el sentido.

Dormir, robar. Es lo mismo.

La cuestión es que he dejado de creer mis propias mentiras y debo de admitir que todo esto es un cliché bastante, bastante malo.
Y todo lo anterior lo fue, en niveles de malo a pésimo

Basándome en lo que he aprendido de personas muertas que admiro.
Personas con las que ahora sé que de estar vivas y yo cerca de ellas, no hubiera podido relacionarme con ellas. Sé que no hay tal cosa como un final épico.
Todo es una frase mediocre que no le hace justicia a la odisea anterior.

Domingo (No)

Delirios Intermitentes. Pt. II

La mañana del 13 de Junio (en realidad eran las 5:40 pm. pero ¿La mañana cuenta cuanto justo despertaste, cierto?) empaqué un pequeño velíz con un par de pantalones, un par de bóxers, dos camisas, una formal y una festiva y un saco. Bajé a toda prisa las escaleras del edificio roído, esperando no encontrarme con el casero, al que no planeaba pagarle un centavo hasta que hiciera algo al respecto con la plaga de cucarachas. Cosa que aunque tratara y volviera a tratar, no iba a solucionar. Por lo que tenía un departamento a dónde regresar. Horrible, sucio y pestilente, pero gratis.

Al salir a la calle, el sol sepia y deprimente se arrastraba tras los edificios para dar paso a un intermedio azulado, un momento grisáceo y melancólico que preparaba a los demonios de las drogas, las putas y las ratas a salir de sus escondites para bailar y beber el resto de la noche. ¡Pues quédense a bailar entre su propia mierda! La tarde de ayer recibí una llamada de J. Aún estaba demasiado sedado para comprender, pero pude escuchar que saldríamos de aquí por unas noches, que estuviese listo a las 6:30.

Y aquí está, puntual como siempre. Tan puntual que me asusta.
No puedes confiar en un hijo de puta confiable, eso no.
Antes que pudiera siquiera saludarme, ya estaba sobre el coche, un descapotable descolorido y rechinante. La nave interespacial que iba a sacarnos de este cochinero por unas cuántas eternidades.

Tomamos camino, mientras salíamos de la ciudad le prometí a J. comprarle una botella de Vodka por cada perro callejero que sacara de su miseria.
Al pasar el cartel que indicaba que habíamos salido de la ciudad, le debía 5 botellas.

-¿A dónde vamos J.? -grité, ya que el capote del auto seguía abajo-
-La Capital
-¡Perfecto! ¿Qué hay ahí de bueno? -volví a gritar-
-¿Que qué hay de bueno? ¡Todo hay de bueno!

La noche por fin cayó completamente, con una humedad abrumante y un olor a morgue descongelándose. Pero aún así era mejor que el fulminante sol matutino.
Abrí la guantera, encontré dos pastillas misteriosas.
Para el fármaco dependiente amateur, este momento es de nervios y angustia. ¿Qué efecto puede causarme? ¿Cómo me va a poner?
Pero el veterano sabe que todo está dentro de la mente, al menos cuando se trata de pastillas misteriosas.
Las tomé, las mentalicé siendo sedantes y procedí a tomar una siesta.

Por un momento soñé con la vieja vida. Las paredes púrpura, el librero atestado, el ruido externo de la calle. La sensación de levantarme e irme, de aún poder huir.

Desperté al sentir que el auto dejó de moverse.
Estábamos en una de esas calles aledañas a las avenidas principales en las grandes ciudades, esos pequeños callejones de prostitución justo detrás del ambiente familiar y turístico. El vicio bien establecido justo detrás de donde nadie sospecharía.

-¡Vamos, rápido! No queremos perder la reservación -Dijo J. con un optimismo náuseabundo-

Llegamos a la recepción, al parecer era en serio. No queríamos perder la reservación.
Subimos al cuarto piso, bajamos del elevador. J. me tomó por los hombros y me vio directamente a los ojos.

-Escucha, vendrán dos chicas
-Perfecto -dije con duda, ya que no me gustaba el tono en el que J. lo había dicho-
-Claro, la cosa está en…mira, pues. Es complicado
-Cálmate J. sólo dilo
-La cosa es, podemos acceder a un gran, un buen negocio. Drogas, dinero, autos, putas. Tú sabes, mover las cosas. Esto significaría poder tener todo esto para nosotros, gratis.
-¿Cuál es el pero? -pregunté, con desesperación-
-Tienes qué casarte con una de ellas
-¡¿Qué?!
-No tienes que pensarlo, ya accedí por ti.
-Pero ¿Qué? ¿Por qué?
-Mira, hay que tener una buena razón para estar dentro así que
-¡Así que me casaste, hijo de puta!
-Vamos, componte, aquí vienen

Sonó el elevador, una de las puertas se abrió con dificultad, la otra no se movió para nada.
Detrás de la puerta funcional había dos chicas. Una joven, castaña con rostro amable y otra rubia, más alta a la que la edad se le notaba en el rostro, piernas largas y culo firme, un par de pechos prominentes y una expresión que podría sacarte los intestinos por el culo y reinsertártelos por la boca.

J. me presentó a rubia como L. y a la castaña como mi futura esposa, la novia.

La novia nos saludó de forma alegre e informal. Con toda la emoción de alguien que aún no está podrido. En cambio L. nos extendió la mano, dejando ver que tenía un contrarreloj que le estaba indicando que si algo interesante no sucedía ahí, ella estaba lista para irse.

Caminamos los cuatro hacia la habitación 402 y nos quedamos parados.

-¡Ah! Qué idiota. Las llaves, claro -mencionó nervioso J. mientras abría la habitación-
-Bueno, los dej…
-¡No! Sabes qué, me parece que antes de continuar tengo ciertas cosas que charlar con L. Así que ¿Por qué no vas tú con nuestra futura novia a…preparar todo? -dije interrumpiendo a J. mientras con mi palma, guiaba a L. por la espalda, dentro de la habitación-
-Pero, espera
-Claro, los veremos en un par de horas -exclamé cerrándoles la puerta en la cara.

Por un momento nos quedamos viendo fijamente. L. era más alta que yo, no tan alta, pero lo suficiente para notarlo sin problemas. También era bastante más vieja que yo, aproximadamente 10 o 15 años.

-L. se inclinó sobre una pequeña mesa, donde puso su bolsa y apagó su cigarrillo, volteó a verme y comenzó a bajar el tirante derecho de su vestido amarillo.
Antes que pudiera bajar el tirante izquierdo, la empujé violentamente sobre la cama, traté de desvestirme lo más pronto posible, pero antes que pudiera desabotonar mi camisa, sus piernas ya estaban alrededor de mi cintura.
Era una de esas chicas que conoces durante la preparatoria, esa clase de chica que no usa ropa interior que descubre que el sexo es un divertido y placentero pasatiempo.
Ella es esa clase de chica que jamás creció de esa etapa, solamente la perfeccionó.
Al penetrarla puedo sentir su aliento húmedo en mi oído y sus uñas afiladas en mi espalda.
Antes que pueda tratar de tomar ritmo, siento que ella lo controla.
Es ahí cuando me doy cuenta. Ella me está cogiendo a mi.

Al terminar me siento sobre la cama. Conversamos durante un rato. Después nos quedamos en silencio. Volvemos a conversar y eventualmente prendemos una vieja radio que parecía sólo de adorno.

Suena She Cried, de Jay & The Americans.

-¿No crees que tu futura esposa se sienta mal por esto? -preguntó L.-
-Bueno, tal vez sea mi despedida de soltero ¿No?
-Tenlo por seguro
-Sí, lo tendré en mente

Terminamos de escuchar la canción. Algo en mi sabía que lo único que mantenía a L. ahí, al lado mío, desnuda, perfecta, como una estatua inmaculada, era la canción.
Al terminar, comenzó a sonar Cry, de Johnnie Ray y L. comenzó a mover sus piernas de cerámica.

-¿Sabías que Johnnie Ray era sordo?
-Cantaba muy bien para serlo
-Al menos no podía escuchar cuando lo juzgaban por ser gay
-Pareces saber bastante sobre músicos jodidos ¿No?
-Uno debe de conocer a los suyos
-Ah, ¿Eres músico? -Comentó L. entre una risa ligera, volviendo a recostarse-
-Hace mucho de eso, aparte odiaba el término
-¿Y cómo terminó un músico…ex músico cogiéndose a la madrastra de su futura esposa? -dijo L. lentamente mientras volvía a subir sobre mi-

¿Madrastra? Maldita sea. No sé en qué me metió J. esta vez.
Sabía que debía preocuparme, pero todo pesar anterior en mi vida se disipaba al sentirme dentro de L. Y curiosamente al verla me sentía protegido, como un chiquillo perdido en un centro comercial que encuentra un policía y lo guía a la cabina para microfonear a sus padres.
L. no iba a microfonear a mis padres, ni iba a protegerme, pero aún así disfrutaba la sensación de despreocupación y por un momento vivir sin paranoia era maravillas.

Crying, de Roy Orbison sonaba mientras sostenía las caderas de L. penetrándola por detrás. La primera vez en la noche que yo dictaba el ritmo y era porque ella lo estaba permitiendo. Su espalda marcaba una línea curva perfecta que se tensaba de vez en cuando.
Volteamos y subió sus piernas a mis hombros. Mantuvimos esa posición hasta sentir cercano el clímax.
Saqué mi verga y la acerqué a su cara.

-No -dijo L. alejándola con la mano-
-¿Qué pasa?
-Nunca lo he hecho
-¿Nunca lo has hecho? -dije entre risas-
-No, tuve un problema con un dentista alguna vez
-¿Le diste una mamada a un dentista?
-Todo un comediante -dijo L. dejando ver que se estaba molestando-
-No, sólo bromeaba…vamos ¿Al menos puedo venirme en tu cara?
-Está bien, pero rápido

Froté mi verga lo más rápido que pude frente a su rostro, tratando de hacerlo rápido para que no desesperara, concentrándome en el momento en sí. Pero entonces alguien comenzó a golpear la puerta. Era J. gritando algo, probablemente sobre preocupándose como siempre.
Subí el volumen de la radio. Ahora sonaba Put Your Head On My Shoulder, de Paul Anka.
Seguí agitando mi miembro con la mano derecha y con la izquierda sostenía la cabeza de L.
Podía sentir esa sensación de final subiendo por mi pierna, trepando por mi vientre y volviéndo a bajar, entre imágenes de L. siendo una santa, entre luces coloridas y violentos flashes. Finalmente el rostro de L. se veía empapado por una fuente blanquecina que no se detenía. Una sensación de paz me invadió. Una que no me dejó ver que J. había derrumbado la puerta. Lo vi en bóxers forcejeando con un par de hombres.
Al parecer el hijo de puta también había estado divirtiéndose con MI futura esposa.
No había que pensar para saber que era hora de huir de ahí, que todo se había ido a la mierda.
Busqué mi ropa y me vestí lo más rápido que pude mientras J. forcejeaba por todo el pasillo con esos dos tipos.
Sabía que no volvería a ver a L. así que me acerque a ella y le besé los labios.
El mejor beso de mi vida hasta ese momento, si no fuera porque ahora tenía mi propio semen en los labios.
Tomé mi veliz, salí a toda velocidad y golpée a un tipo en la cara, lo suficiente para alejarlo de J. pero no lo suficiente para dejarlo inconsciente, tomé a J. por el brazo y lo jalé hacia el elevador. Oprimí el botón para bajar, a lo lejos sonaba Stupid Girl de los Rolling Stones, la maldita puerta funcional eligió este momento para no cerrar, así que tuvimos que hacerlo manual, pero justo antes de poder hacerlo, uno de los tipos pudo entrar.
Esta había sido una mala idea nuestra, pero viéndolo de esta manera, el matón era el que estaba en problemas ahora.
Le golpée desde arriba con el véliz mientras J, le pateaba las bolas, cuando quedó postrado de rodillas, le patée la cara y J, procedió a pisarle el rostro hasta que quedó solamente una masa carmesí, como ese volcán maqueta que trataste de hacer que hiciera erupción, pero solamente borboteaba míseramente.

Salimos corriendo hacia el callejón a la izquierda del hotel, trepamos al descapotable y arrancamos.
Nos seguían, tres autos, muy cerca de nosotros.
Atropellamos a un vagabundo que salpicó de sangre el parabrisas.

-¡ESO CUENTA COMO 3 BOTELLAS J. VAS BIEN!

J. volteó a verme con una mezcla de desconcierto y preocupación.
Abrí la guantera y volví a convencer a mi tercer ojo que las misteriosas pastillas eran algo para ponerme al tanto de la situación. Adderalles o algo que me subiera.
Las tragué y me levanté. Comencé a lanzarles lo que tuviese a la mano a los autos detrás de nosotros, sin importarme si eran nuestros perseguidores o simples civiles en camino a sus casas.

Escuché a J. gritar mi nombre, en ese instante todo se volvió lento. Sentí un impacto. Vi el cofre del auto bajo mis pies y supe que habíamos chocado.
Volé un par de metros hasta una pila de basura.
Me acerqué al auto.
J. estaba desmayado o muerto sobre el claxon del auto, con el rostro ensagrentado y la verdad, nuca supe tomar el pulso. Así que asumiremos que murió.

-Lo siento J. -me despedí besando su frente, llenando ahora mis labios de sangre-

El choque había causado un caos vehícular, podía ver a los 3 autos varados a una cuadra detrás. Corrí entre callejones y avenidas durante una eternidad hasta llegar a la parada de autobus.

-¿Puede darme un boleto hacia la ciudad de M.?
-¿Y por qué querría ir ahí? -dijo la encargada de la taquilla, con un tono burlón-

Le arrebaté el boleto, subí al autobús y dormí todo el camino.

La llegada a M. fue en el mismo momento del día en el que me marché. El azul grisáceo me recibió como si nunca me hubiera ido.

Caminé hacia el edificio putrefacto, pero al subir a mi piso, el casero estaba frente a la puerta.

-¡HUBIERA SACADO TUS COSAS, PERO TODO CONSTA DE BASURA!

No dije nada, sólo di la media vuelta y me marché.
Maldito hijo de puerca, tiró mis libros.

Así que así terminó la ida a la gran ciudad.
Me siento en la acera y tomo el periódico de hoy que se encuentra en la basura.
Al parecer el viejo que vivía a un par de calles de aquí murió ayer.
Y que yo sepa no tenía una familia o alguien que cuidase de él.

Esperemos que su chapa no sea difícil de forzar y que al morir no halla defecado sobre el colchón.

 

Delirios Intermitentes. Pt. II

Noveno Día. 1:22 am.

Por la mañana hubo un incidente en la escuela justo detrás de casa.
Un tipo trató de abusar sexualmente de una secretaria. Al parecer ella me conoce de la secundaria, aunque yo a ella no.
El tipo entró por la mañana, justo antes que llegaran todos, utilizó alguna excusa, haciéndose pasar por padre de familia y trató de sorprenderla por detrás.
Ella escapó a tiempo.
El tipo huyó

Basándome en lo que ella describe, sé exactamente el tipo de hombre que debe de ser.
Entre los 42 y los 55 años, desaliñado, sudoroso, probablemente alcohólico, de bajos recursos, tez morena, fanático del fútbol, que utiliza los domingos para beber en la acera y dar pena ajena, resentido con la vida, analfabeta, jodido.
El tipo de persona criado para justificar el alcoholismo con “ser alegre”
Me dan asco.

Durante mis estancias en la ciudad de M, es raro que salga durante el día, pero hoy me vi forzado a hacerlo.
Mientras camino por las calles, después de haber pensado en esto anterior toda la tarde, un sentimiento de paranoia me recorre la espina.
¿Qué clase de alimañas alberga este estercolero?
Siempre percibí este lugar como un nido de ratas subdesarrolladas, como rastreros que jamás habían sido iluminados. Palurdos idiotas a los que se les podía manipular a través de la religión y los placeres del hombre primitivo.
¿Hubiera imaginado Burroughs (Edgar Rice, no billy) que su tierra que el tiempo olvidó se encontraría justo en una pequeña ciudad no tan al sur, no tan al norte?
¿Qué si tenía razón?

Hombres primitivos con acceso a toda la malicia del mundo exterior. Sin tocar las texturas, sin conocer las lenguas, sin probar la sangre escurriendo por la boca mientras otros aires la oxigenan, sin la experiencia, sin la inocencia estúpida del descubrimiento a ciegas.
No.
Directamente a la malicia.
Personas subdesarrolladas con aspiraciones a malvados de telenovela contemporánea barata.

Lo irregular de las calles denota el poco interés que se mantiene en los turistas.
¿Quién querría venir aquí? Y si quieren ¿Deberíamos fingir que somos un tipo diferente de chiquero?

Desde que era más joven, recuerdo las calles con las mismas grietas, como conocidos dándote un adiós con una mirada lasciva, una mirada que te ves obligado a que recorra tu piel al pasar por delante de ellos (y te verás forzado).
Recuerdo más ruido, recuerdo más movimiento, recuerdo vida dentro de este lugar.

Ahora es un hábitat para un viento canceroso, disfrazado de silencio.
Los hermitaños y los locos van desapareciendo lentamente, llevándose un poco de folklor local abrazado a sus manos tiesas y heladas.

M. es un lugar mágico, cuya magia no yace en el eterno olor a polvo y combustible quemado, ni en el eterno resplandor sepia que yace sobre nuestras cabezas.
Su magia reside tras sus paredes, bajo sus calles, en los terrenos baldíos que se esconden tras imponentes fachadas, las cuales siempre imaginaste que albergaban una enorme mansión, pero no es más que escombro y maleza.
Yace en sus pasadizos que prometen llevarte a lugares verdes y vivos y terminan abandonándote en un mal barrio, donde aún no se conoce el asfalto.

La magia yace en sus calles, que más que albergar recuerdos, te los arrebatan, arrancándolos violentamente de tu pecho, resguardándolos como a damiselas captivas, las cuáles sabes que ni luchando, ni dando nada a cambio regresarán a ti.
Vayas a donde vayas, conozcas a quién conozcas.
Cada que tu mente vague por esos recuerdos, vendrá a tu mente esa esquina que los tiene aprisionados.

No mencionaré el nombre de M. ya que muchos incautos, confiados de el nombre autóctono de esta necrópolis, creen poseer algún poder sobre ella.
Pero no, es un hoyo Infernal, una antesala de algún Averno menor.

Todas las historias que contábamos de chicos, acerca de las escuelas siendo cementerios antes de ser instituciones aquí son ciertas.
Desde aquí puedo admirar el cementerio en la esquina. Cementerio que antes ocupaba varias cuadras a la redonda.
Y los antepasados relegaron a los muertos a un terreno mediano y cuatro bardas insignificantes, dejándonos a todos con un mal JuJu.

Nacer aquí significa estar maldito.
Todos estamos malditos.

Finalmente llego a casa, hay un vapor recorriendo las calles desoladas mientras el sol malsano es arrastrado a su prisión en el Oeste.

Últimamente me pregunto si se queda algo de mi allá afuera o si algo de afuera me acompaña.

Últimamente me pregunto si este lugar me crea una falsa sensación de cordura para hacerme creer que todo esto es una estupidez, que me estoy volviendo loco.

Últimamente me pregunto si lo está logrando.

Noveno Día. 1:22 am.

65 (12:40 am.)b

En un pasado lejano, el mismo techo sobre el que posaba mis ojos albergó una araña durante tres noches.
Ahora esto parecía tan lejano, así que elijo pensar en ella como ficción.
Mi camisa apesta.

 

Puedo basar mi completa existencia bajo el concepto de procrastinación.

Procrastinación y conformismo. Entre más luché por sumergirme de un lado y eviscerar el otro, terminé con el culo remojado ligeramente en uno y la cara completamente hundida en el charco equivocado.

¿Para qué te esfuerzas? Todo saldrá bien eventualmente, ¿No?

Me gusta seguir creyendo en la idea de crecer, pero no envejecer.

Mientras más envejezco veo a más gente quedarse sola. Joderse. Crear una rutina para llenar esos momentos. Para no tener que estar en silencio y pensar “Dios mío, estoy jodido”

Esa misma gente se jacta de que todo llega a su tiempo.

Se ríen de ti, mientras conducen sus autos semi nuevos, en sus casas de 2 recámaras y un baño, con sus smartphones y pantallas de 55″ a pagos. Se ríen de ti en tu cara mediocremente arreglada, con tu mirada perdida, tus pupilas irregulares y tu nariz con restos de cocaína, tus pantalones horribles y tu cartera vacía, se ríen de ti mientras aún tienes un poco de tu culo hundido en el charco adecuado.

Daniel Johnston decía “True Love Will Find You In The End” .

Autista y aparte idiota.

Haciendo un énfasis en will find you.

¿Por qué habría? ¿Por qué habría de encontrarte él/ella a TI?

¿Y si es una pusilánime estúpida, perdedora, arrogante y holgazana como TÚ?

Te quedarás sentado a sabiendas que DEBES crear una rutina para sobrevivir, a pesar que te burlaste tanto de ella y ahora la rutina se burlará de ti, ya que no podrás adaptarla a ti.

Te sentarás hasta cegarte tanto que no puedas ver tus memorias, hasta que tu convicción se marchite lo suficiente y pierdas las fuerzas para masturbarte, para hacer que tu piel vuelva a sus posiciones originales.

Mientras haces eso, ella probablemente esté buscando otra verga que la llene por un lapso de 2 a 6 minutos. Tal vez esté buscando un arma. Tal vez esté igual de jodida que tú.

Tal vez sea un él y seas feliz mientras te sodmize, para después besarte con dulzura.

Mientras sigo viendo el mismo techo, esperando a que aparezca la Marylou de ocho patas, aún molesto con P. por haber mezclado mi ropa sucia y limpia.
Sé que no puedo flotar en los charcos. El tiempo pasa igual, pero ellos se hacen más espesos.

Sé que hay algo ahí fuera, pero sé que NO en este lugar.

Procrastinante, conformista, ansioso, con una suerte que parece tener humor propio.

¿En qué me convertiría si no salgo de aquí JUSTO AHORA?

¿Dónde va a terminar mi convicción si no lo hago?

Para mi suerte, el alprazolam reprime cualquiera de mis impulsos y para la mala suerte (de mi suerte). Nada de esto pasará. No en mi turno.

65 (12:40 am.)b