Noveno Día. 1:22 am.

Por la mañana hubo un incidente en la escuela justo detrás de casa.
Un tipo trató de abusar sexualmente de una secretaria. Al parecer ella me conoce de la secundaria, aunque yo a ella no.
El tipo entró por la mañana, justo antes que llegaran todos, utilizó alguna excusa, haciéndose pasar por padre de familia y trató de sorprenderla por detrás.
Ella escapó a tiempo.
El tipo huyó

Basándome en lo que ella describe, sé exactamente el tipo de hombre que debe de ser.
Entre los 42 y los 55 años, desaliñado, sudoroso, probablemente alcohólico, de bajos recursos, tez morena, fanático del fútbol, que utiliza los domingos para beber en la acera y dar pena ajena, resentido con la vida, analfabeta, jodido.
El tipo de persona criado para justificar el alcoholismo con “ser alegre”
Me dan asco.

Durante mis estancias en la ciudad de M, es raro que salga durante el día, pero hoy me vi forzado a hacerlo.
Mientras camino por las calles, después de haber pensado en esto anterior toda la tarde, un sentimiento de paranoia me recorre la espina.
¿Qué clase de alimañas alberga este estercolero?
Siempre percibí este lugar como un nido de ratas subdesarrolladas, como rastreros que jamás habían sido iluminados. Palurdos idiotas a los que se les podía manipular a través de la religión y los placeres del hombre primitivo.
¿Hubiera imaginado Burroughs (Edgar Rice, no billy) que su tierra que el tiempo olvidó se encontraría justo en una pequeña ciudad no tan al sur, no tan al norte?
¿Qué si tenía razón?

Hombres primitivos con acceso a toda la malicia del mundo exterior. Sin tocar las texturas, sin conocer las lenguas, sin probar la sangre escurriendo por la boca mientras otros aires la oxigenan, sin la experiencia, sin la inocencia estúpida del descubrimiento a ciegas.
No.
Directamente a la malicia.
Personas subdesarrolladas con aspiraciones a malvados de telenovela contemporánea barata.

Lo irregular de las calles denota el poco interés que se mantiene en los turistas.
¿Quién querría venir aquí? Y si quieren ¿Deberíamos fingir que somos un tipo diferente de chiquero?

Desde que era más joven, recuerdo las calles con las mismas grietas, como conocidos dándote un adiós con una mirada lasciva, una mirada que te ves obligado a que recorra tu piel al pasar por delante de ellos (y te verás forzado).
Recuerdo más ruido, recuerdo más movimiento, recuerdo vida dentro de este lugar.

Ahora es un hábitat para un viento canceroso, disfrazado de silencio.
Los hermitaños y los locos van desapareciendo lentamente, llevándose un poco de folklor local abrazado a sus manos tiesas y heladas.

M. es un lugar mágico, cuya magia no yace en el eterno olor a polvo y combustible quemado, ni en el eterno resplandor sepia que yace sobre nuestras cabezas.
Su magia reside tras sus paredes, bajo sus calles, en los terrenos baldíos que se esconden tras imponentes fachadas, las cuales siempre imaginaste que albergaban una enorme mansión, pero no es más que escombro y maleza.
Yace en sus pasadizos que prometen llevarte a lugares verdes y vivos y terminan abandonándote en un mal barrio, donde aún no se conoce el asfalto.

La magia yace en sus calles, que más que albergar recuerdos, te los arrebatan, arrancándolos violentamente de tu pecho, resguardándolos como a damiselas captivas, las cuáles sabes que ni luchando, ni dando nada a cambio regresarán a ti.
Vayas a donde vayas, conozcas a quién conozcas.
Cada que tu mente vague por esos recuerdos, vendrá a tu mente esa esquina que los tiene aprisionados.

No mencionaré el nombre de M. ya que muchos incautos, confiados de el nombre autóctono de esta necrópolis, creen poseer algún poder sobre ella.
Pero no, es un hoyo Infernal, una antesala de algún Averno menor.

Todas las historias que contábamos de chicos, acerca de las escuelas siendo cementerios antes de ser instituciones aquí son ciertas.
Desde aquí puedo admirar el cementerio en la esquina. Cementerio que antes ocupaba varias cuadras a la redonda.
Y los antepasados relegaron a los muertos a un terreno mediano y cuatro bardas insignificantes, dejándonos a todos con un mal JuJu.

Nacer aquí significa estar maldito.
Todos estamos malditos.

Finalmente llego a casa, hay un vapor recorriendo las calles desoladas mientras el sol malsano es arrastrado a su prisión en el Oeste.

Últimamente me pregunto si se queda algo de mi allá afuera o si algo de afuera me acompaña.

Últimamente me pregunto si este lugar me crea una falsa sensación de cordura para hacerme creer que todo esto es una estupidez, que me estoy volviendo loco.

Últimamente me pregunto si lo está logrando.

Noveno Día. 1:22 am.

Leave a comment