Odio Los Lunes (IV)

Cada cuando, durante un momento que ahora parece una vida lejana, solía tener crisis.
Durante esas crisis dejaba que mis impulsos decidieran por mi y llevaran mi cuerpo por delante como un embutido inerte.
Durante una de estas crisis, dejé la universidad y me uní al ejército.

A diferencia de lo que las películas me habían mostrado, las personas no se volvían malas durante la guerra.
Las personas que llegaban aquí eran malas por naturaleza. Animales. Analfabetas.

Después de una estancia en un hoyo infernal de entrenamiento, fui asignado a una de las partes más conflictivas del país.
Así es, del puto país.
Sin salir de aquí, sin llegar sudoroso y rodeado de gloria montado en un helicóptero descendiendo a la jungla de algún país tercermundista. No.
Al mismo puto país.

Esa misma semana tuvimos un confrontamiento, en el que hubiera muerto de no haber sido porque disparando mi arma le disparé justo entre las cejas a la hija del narco contra el que estábamos en guerra.
Esto hizo que bajara su guardia y terminara muerto.
El imbécil que lo terminó también murió, así que el crédito de todo fue para mi.

Un par de años después aquí estoy. Totalmente jodido, sin dinero, sin piernas.

No debí haber dejado la escuela.

Odio Los Lunes (IV)

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